Autoridades estatales y líderes sociales han señalado que estas condiciones socioeconómicas desfavorables son los principales factores por los cuales la población latina es más vulnerable al contagio, debido a que tiene menos recursos para enfrentar la pandemia.
"Cuando empezó el brote de COVID-19 en marzo, ya presentimos que iba a explotar en la comunidad", señala la doctora Gabriela Maradiaga Panayotti en una entrevista con La Noticia. La especialista es de origen hondureño y lleva once años en Carolina del Norte. A partir de su trabajo en el sistema de Salud de la Universidad de Duke, en el condado de Durham, con la comunidad latina e inmigrante, la doctora sabía que las condiciones de vulnerabilidad exponían claramente a los latinos. "Muchas familias tienen dificultades y dependen incluso del sistema educativo para poder comer", ejemplifica. El condado de Durham forma parte de la lista de zonas más vulnerables con más de 5,200 casos a la fecha, de los cuales el 60% son latinos.
Maradiaga Panayotti ya había formado el año pasado una coalición llamada
LATIN-19 junto a un grupo de profesionales médicos, activistas y líderes sociales. La coalición se puso en marcha, nuevamente en marzo, y ha realizado una profunda campaña de comunicación sobre métodos de prevención del COVID-19 con los latinos.
En abril, los latinos sólo representaban el 8% de los casos de todo el estado. En junio, alcanzaron el 44%. Fue recién entonces cuando el gobernador Roy Cooper firmó una orden ejecutiva para mitigar las dificultades que enfrentan las comunidades minoritarias. Desde entonces, han habido una batería de políticas para las comunidades más vulnerables coordinadas por el NCDHHS. Entre los más recientes anuncios está un acuerdo con proveedores, para establecer más de 300 sitios de pruebas temporales, sin costo, alianzas con organizaciones comunitarias para medidas de prevención, y un grupo de 250 trabajadores comunitarios de la salud que asistirán a los habitantes de las zonas más golpeadas por la pandemia, desde agosto a diciembre.
Al ser consultado sobre lo ocurrido en esos dos primeros meses hasta que se tomó una política decisiva y sobre las lecciones aprendidas, el secretario adjunto de Salud de Carolina del Norte, Benjamin Money, dijo que el estado fue uno de los primeros en el país en compartir información demográfica, con la raza y etnia de los contagiados, desde abril. Indicó que vieron desde el comienzo cómo la mayor exposición de la comunidad tenía relación con el hecho de que ocupan ciertos puestos de empleo. "Son trabajadores esenciales que laboran en contacto con muchas personas y en cercanía", explicó en una entrevista con La Noticia. La falta de acceso a viviendas asequibles y las condiciones de hacinamiento dificultan además que las familias latinas puedan aislarse de ser necesario, agregó Money, quien ha liderado el contacto del departamento estatal con las minorías.
Jenice Ramírez, directora de la organización educativa y comunitaria
ISLA, coincide en que un factor clave es que muchos latinos "no tienen la opción de quedarse en casa y no ir a trabajar". Trabajadores han denunciado que al comienzo de la pandemia, y aún hoy en algunos casos, los comercios, restaurantes y las grandes industrias donde se desempeñan los latinos, como las plantas de procesamiento de carne y la construcción, no estaban tomando las medidas de precaución. Aunque Ramírez agrega otro factor clave relacionado con la vulnerabilidad: la barrera del idioma. Cuando comenzó el COVID-19 no había suficiente información en español. La comunidad latina no estaba escuchando las reglas, los cambios, ni la orden de quedarse en casa, cuenta en una entrevista con La Noticia.
En las últimas semanas, el gobierno estatal ha tenido que reforzar su plantilla de profesionales bilingües, para ofrecer información en su página web y poder comunicarse con las comunidades inmigrantes. ISLA ha organizado por su parte, al igual que otras organizaciones, foros y charlas en redes sociales para informar a la comunidad, con la participación de la secretaria de Salud, Dra. Mandy K. Cohen.